jueves, 6 de agosto de 2015

*** Slow Summer***

Pocos placeres hay como los de slow summer, para mí el verdadero slow life – personalmente soy incapaz de practicar el slow living salvo los meses estivales. A partir de septiembre toca marcha, el fast walking y otros muchos placeres – que haberlos haylos, pero mientras tanto hay que disfrutar de:

 
-          el placer de caminar sin rumbo, simplemente caminar. Descalzos, con bikini y si es por la infinidad de las playas bonitas, aún mejor.
 
 
-          la libertad del verdadero open space. No el de las oficinas; me refiero a la barra libre de bosques, dunas, playas y mar. Allá donde estemos. Siempre al aire libre. Y con mucha protección. Mi flechazo anti-nariz roja: el stick de La Prairie.
 
 
 

-          dorarse los pies y las manos. No hay mayor disfrute ni placer que dejarse abrazar por la brisa. Hasta que los pies y las manos se nos pongan morenos.

 
-          reducir el neceser a un único trío: el pintalabios, colorete y pintauñas. Todo lo demás sobra. Aunque yo multiplico los rouges sin límites...
 
-          nutrir las pestañas: todos los veranos aprovecho para hacerme una cura de pestañas. Fuera el rimmel, dentro los tratamientos de Talika, Belcils o Germaine de Capuccini, este último mi gran descubrimiento de este verano.



-          Hacer deporte. Y además disfrutarlo porque en verano no es obligación, sino placer. El mejor preludio de la reentré. Porque sienta bien y punto.
 
-          Cambiar los tacones por las sandalias, como las Michael Kors de la foto. Disfrutar de la vida en plano y del pie sin más adorno que un esmalte de uñas.



-          Leer: cuando, donde y como sea. Ficción a voluntad. Reconozco que desde que tengo el Kindle facturo las maletas con mucha mayor tranquilidad. El papel se queda en la mesita de noche esperando pacientemente su turno en septiembre.
 
 
A esto por supuesto le añado charlar con una buena copa de vino al lado. Pero de los vinos de palique toca hablar en otro momento. Feliz verano.