domingo, 24 de noviembre de 2013

*** De cuentos de invierno y ochos de lana ***

Los inviernos son de cuentos y ochos de lana. No hay mayor placer que – un perezoso domingo- dedicar el cuerpo y alma a leer en compañía de un té (los que prefieran tomarlo fuera, aquí el imprescindible de los tés urbanos) y un calentito jersey de ochos.
 
 
té y los ochos de lana, infalibles compañeros del invierno
 

 
¿Por qué los ochos? Sin ánimo de ofender el canalé me parecen especialmente bonitos los ochos trenzados. Me gustan tanto como las rayas. Tanto que cada año cae alguno. Tanto como que este año también cayó uno, aunque me ha costado porque no hay excesiva invasión de ochos en las tiendas. Así que reivindico los trenzados de lana como pieza fashionista de la temporada, más allá de su grandeza como compañero dominical.
 

Mi ocho ganador, de  Hakei
 

 
Ochos en blanco y negro
 

 
Ochos de lana & denim
 

 
Ochos y falda
 

 
Color & Calor
 
 
Un buen combo con cuero
 

 
 knit&skirt
 

 
Lana romántica
 

 
 
 
 
 
 
 

domingo, 17 de noviembre de 2013

*** Slow Fashion: el exquisito dramatismo de una capa ***

Hace relativamente poco estuve en unas jornadas de moda en las que una de las mesas de debate se centró intensamente en el lujo made in Spain. Una de las conclusiones más importantes fue la reivindicación de la artesanía y del oficio, ambos valores en peligrosa extinción en España, cada vez más rendida al culto de la fast fashion. Uno de los datos que más me llamaron la atención fue el de la extinción de los abanicos. Loewe comentó que en Valencia solo queda un artesano de este complemento tan bello y tan español.

El valor de lo artesano

Llevo tiempo pensando en el binomio fast fashion-slow fashion. España es cada vez más un país de speedy-to-wear, tendencia en la que por razones primordialmente económicas caemos todos. Pero. Porque hay un pero. Qué pasa con slow fashion, ese placer de moda más allá de los modos que nos brinda piezas que perduran y que son una inversión? Qué ocurre con ese valor artesano y cultural de las prendas que más allá de adornar expresan una personalidad – a ser posible la nuestra propia- y que pueden permanecer en el armario a pesar de la tiranía de las tendencias? Aquí la moda no tiene sexo, hablo de la moda como el arte del vestir a todos los niveles.
La capa: el slow fashion exquisito
Gracias a una maravilla llamada serendipia he tenido la gran suerte de colarme entre los vuelos de una capa. Una capa española, para ser precisos. Porque la capa es una prenda muy de España. Y no me ha podido emocionar más ese viaje casi secreto porque es donde he encontrado el sentido de la artesanía de la que hablaban en esa mesa lujosa hace casi un mes.

 
Capas Seseña, escondida en el Madrid más castizo (calle de la Cruz 23, Madrid) y recorrido clásico de sastrerías de época, lleva más de un centenar de años cortando patrones a partir de románticos metros de paño de lana y confeccionando la prenda más inquieta de la moda: la capa. La capa es sinónimo de la elegancia del movimiento, envuelve, viste, estiliza, dramatiza y un sinfín de atributos más.
 
 

 

Fellini, Picasso, Mastroianni, Deneuve, Fonda son algunos de los nombres que ingresaron en el club de la capa Seseña. Un club selecto precisamente por estos tintes de la intelligence que supo apreciar el sabor exquisito del vuelo de una capa hecha con amor artesano.

La capa y el arte: Pablo Picasso fue un gran amante de la capa Seseña.
Hoy la capa es una prenda – aún dramática en su expresión- que ha bajado a la calle. Si Loewe rescató el mantón de manila, Capas Seseña nunca ha dejado de seguir creyendo en la magia de la capa. Democratización y sed de aterrizar los patrones más exclusivos a la gran pasarela de la moda: las ciudades. La capa de los Seseña pasea por las urbes y diversifica su clientela: es bonito este logro de hacer permanecer el sentir de una prenda con tanta historia.
 
El encuentro del club de amigos de la capa versus Sartorialist y su 25 Lunch en Florencia. El estilo gentleman como denominador común.
He visto capas en las calles de París, en las de Nueva York, en las de Roma y Florencia. La capa y la ciudad es una estampa cada vez más frecuente. Y yo me sumo a este movimiento capero como una caperucita moderna. Con una capa Seseña, por supuesto. Vayan a colarse bajo los vuelos de una capa: www.sesena.com (Facebook: Facebook.com/sesenacapas y twitter: @capas_sesena ).

domingo, 10 de noviembre de 2013

*** Desestructurando un cronut: al pan, pan y al vino, vino ***

Sucumbo con cierta ligereza a lo nuevo. Hay que probar y conocer. Romper los esquemas gastronómicos (y todos los demás) está bien. Es la esencia de la curiosidad, esa cualidad que tanto me gusta. En esa particular levedad del experimentar he pegado mis primeros bocados al cronut, un intento de construir un puente entre Francia y Estados Unidos ya que pretende unir un croissant y un donut (un dos en uno, vaya.
 
La cronut fever es relativamente reciente. Con autoría atribuida a un chef francés Dominique Ansel, el cronut ha conquistado ya las Américas. La promesa de maridar lo típicamente francés y lo americano en un milhojas esponjoso ha contado con un gran apoyo en el mundo de la moda: el cronut fue el bollo oficial de la New York Fashion Week convirtiéndose en el nuevo rockstuds de las fashionistas (me encantan estas contradicciones del mundo de la moda puesto que un cronut vale su peso en unas 500-700 calorías).
Heidi Klum feliz desconociendo el aporte calórico del cronut
Mi veredicto? A pesar del unánime apoyo neoyorquino, he resultado ser poco fan de este maridaje de conceptos y sabores. Poco ligero, demasiado glaseado. Poca comprensión por la fiebre  levantada alrededor. Será que pienso que un buen croissant y un buen donut son perfectos per se? Estoy muy a favor de desestructurar este bollo y devolverle a sus orígenes por perfecto separado: al pan, pan y al vino, vino…
 
En cualquier caso, antes de definirse a favor o en contra, hay que probar. Vayan y degusten. En Madrid se pueden encontrar cuatro variedades de cronuts en la pastelería Vait (calle Alcalá 54) - donde, por cierto, hay un montón de cosas que prometen ser mucho más sabrosas que el pobre cronut-. En Barcelona, el cronut se vende en las pastelerías Santa Gloria y en la Pastisseria LLeonart (Sant Celoni), esta última es además la precursora de Cronuts BCN, la iniciativa que pretende investigar el cronut y aportar nuevas ideas al producto.
 
Quizás si dan con una versión más ligera y salada le podré encontrar su aquel… A su favor diré que no soy muy objetiva porque la golosidad no es mi punto fuerte.
Cronut burger...sin comentarios